miércoles, 4 de noviembre de 2015

Nie dam sie

En ocasiones me gustaría no necesitar escribir para sentirme un poco mejor. Un poco menos mal, mejor escrito. Hace años que un papel en blanco es mi mejor terapeuta y después de pensarlo (nunca dos veces) me he dicho: ¿por qué no? puede que sea hora de compartir dolores, de regalar flores y de que entendáis de una puta vez por qué soy quien soy.
Llamadme loca, victimista, extremista... o simplemente, no me llaméis. Las palabras son refugio de quien ha sufrido tanto que le siguen atormentando los recuerdos y estos cabrones tienen la capacidad de ser presente cuando les da la gana; los versos hogar de quien sólo ha tenido casa, y joder, qué triste no haber sentido el calor de un techo, una espalda o una caricia en la que hubieras querido quedarte a vivir tus siete vidas de gata.

Hablo de abrirte en canal y hurgar en todas esas heridas que a veces crees cicatrices.

Hablo de hablar dolor, para vomitar sufrimiento.

Pero también hablo de intentar magia, para lograr volar.

De enseñar los dientes, y sentirte carcajada.

Pasad, sin miedo; disfrutad, criticad, llorad, reír, destrozad. 
Pero ante todo,
siempre,
sentid.


No hay comentarios:

Publicar un comentario